martes, 7 de febrero de 2017

Un libro para encontrarnos

Prof. Mariana Caballero. El libro que nos reúne aquí es un libro valiente. Se trata de un libro escrito en su mayor parte por maestros, directivos y grupos que le ponen el pecho a la escuela en la Capital Federal, gobernadas por Macri hace un rato largo. Luchas, desvelos y preguntas son la materia con que se construyen los sueños en la escuela pública. Luchas por democratizar la escuela y la palabra. Para mejor repartir los lápices y los sueños. Desvelos de familias y maestros para pensar mejor, preguntar mejor, romper mejor el sentido común que aceita la repetición de la injusticia en cada emboscada que nos plantean las curriculas, el espacio y el tiempo cuando no los pensamos, cuando dejamos hacer a otros, cuando nos dejamos llevar. Y finalmente preguntas señala el título, preguntas que son oportunidades para ahondar en las dudas, para adormecer certezas, para señalar con el dedo y preguntar esto por qué, cual es el sentido, ¿ por qué no? El libro habla de encuentros. Encuentros entre estudiantes y maestros. Entre directivos y familias, entre las escuelas y la vida vivida. Encuentros que construyen diferencias. Cambios que no son superficiales porque se apoyan en preguntas, dudas, sentidos que posicionan a quienes se atreven a armar nuevos modos o viejos modos revisitados. La escuela del pueblo debe volverse a pensar en tiempos de avance neoliberal, mercado y calidad como valores fuerza desde el gobierno. Los docentes solemos hacer muchas cosas interesantes, proyectos creativos, experiencias que brillan. Pero no las escribimos. Y entonces, como dice Rodolfo Walsh refiriéndose a la lucha de los pueblos, avanzamos muchas veces sin historia de nuestra belleza, sin saber de nuestra creatividad, sin muestras de las transformaciones escolares que se dan en nuestros días. Sabemos, sí, que Luis Iglesias pudo, que Olga y Leticia combinaron arte y educación, que María Teresa Nidelcoff pensó como ellos, desde abajo, las escuelas del pueblo y para el pueblo, enseñando y buscando enseñar desde la cultura popular. Escribir quizás sirva entonces para que cada lucha no deba empezar de nuevo, separada de las anteriores: para que las experiencias colectivas no se pierdan y las lecciones no se olviden. El libro está recorrido por un cuestionamiento a la escuela burocrática, la que se construye desde la inercia. Por eso mismo el libro nombra al juego como una clave para buscar otro acceso a lo cotidiano, el juego que rompe prejuicios, el que quiebra con el control escolar. Un modo de jugar es también inventar encuentros semanales a la entrada. Y convertirse en actores, guionistas, lectores de cuentos. Quizás como señala Gianni Rodari, no para que todos sean artistas, sino para que ninguno sea esclavo. Democratizar la palabra y con ella hacer asambleas, o juegos teatrales, trabajar en escuelas alegres donde la queja se achica y la escuela se humaniza. Buscarle un sentido nuevo, otro más, a la escuela pública, con continuidad fruto de una belleza colectiva. Como dice el maestro Cárdenas: ¡Qué sacudón para los verdugos¡ qué gran abrazo para los niños y las niñas que tal vez iniciaron el día con pesadillas en tiempos miserables. En estas escuelas del libro, se opone la noción amplia de cultura a la tradición de “cada maestrito con su librito”, no hay librito individual. Se escribe y planea, como dice Hebe Roux, en los dos sentidos de planear, volar y hacer planes, para construir nuestra escuela pública de los sueños. Construyendo cultura desde el pie, no desde el espectáculo ni desde el consumo. Construyendo, tal como señala el maestro Cárdenas “prácticas luminosas” que pongan luz en el camino de muchos maestros comprometidos, en lugar de las aulas robinsonianas del sálvese quien pueda. Algunos puntos en común recorren el libro: la búsqueda de preguntas a cambio de certezas, la participación de las familias en los proyectos, el lugar de ciertos contenidos en la curricula, por ejemplo el de la educación artística, Todo el libro trata como dice un autor, de celebrar el pensamiento y no solo el pensamiento, celebrar prácticas que nos iluminan y nos contagian ganas para copiar lo bueno y crear más allá de lo creado. Entre transmitir y crear legados busca saciar una sed: la de crear prácticas educativas emancipadoras que comprometan nuestra subjetividad para luchar contra la ignorancia planificada. Por eso, realizar experiencias desburocratizantes, revisar la práctica desde la objetivación que permite la escritura, hacernos responsables de nuestro hacer para mirarlo de nuevo y corregirlo implica no reproducir el sentido común dominante: significa quebrarlo. Implica un enseñar aprendiendo, y nos entrega modos de darle sentidos nuevos a la escuela del pueblo. Una escuela que haga suyos los principios de la justicia curricular, que enseñe desde la perspectiva de los menso favorecidos, de la cultura popular, de la mirada pro ejemplo de los pueblos originarios y no desde el punto de vista de los conquistadores. . Crear curriculum contrahegemónicos , como dice Enrique Samar, Escuelas que valoren la interculturalidad, porque cuando se pierde una lengua, se pierde una visión del mundo, decía Cardenal. Descubrir “el brillo de los ojos de un niño de primer grado al contar que en su casa hablaban el idioma de Evo… porque cuando un maestro describe el mundo y tú no estás allí hay un momento de desequilibrio psíquico, como si te miraras en el espejo y no vieras nada. Pero cuando el maestro describe el mundo y vos estás, vamos marchando hacia una escuela y una sociedad incluyente. Y entonces el silencio de un niño puede ser parte de su reflexión y no muestra de “que no le da la cabeza”. Y el ajedrez como proyecto la oportunidad de Y como cada quien enlaza lo de otros con lo propio pienso en Rosario, en un Jardín que inicia todos los días leyendo poesías entre padres y niños. Pienso en jardines que construyen proyectos con cuentos infantiles que cambian y embellecen el día, pienso en los delegados de grado de algunas escuelas primarias, en las Asambleas de niños, en bajar la bandera con rondas infantiles. Pienso en una escuelita de campo que enseñaba y tenía una cooperativa, pienso que las escuelas las hacemos nosotros y que las palabras y los haceres que construimos pueden ponerse al servicio de la pregunta y de la cultura popular. Pienso si nos lo preguntamos todos los días y si ante cada cosa preguntamos qué es esto. Porque vamos a tener que pagar la cuenta. Y no hay que temer a preguntar, Pienso si en tiempos de una derecha cruel que busca reducir el presupuesto educativo, que busca poner en el centro de la educación el problema de la calidad y su correlato de competencia, y exclusión. No es el mejor momento para buscarle a la escuela su sentido más democrático, más inclusivo, más revulsivo para una derecha que busca silenciarlas expresiones que nacen desde el pie, volver a la escuela disciplinadora y dirigir la conquista del desierto educativa. Más que nunca entonces es tiempo de lucha, desvelos y preguntas para avanzar juntos por la escuela pública que sueña. Resiste y educa. Para que como dice Enrique Samar tengamos todos un cartelito presente en cada escuela: ¡Aquí el, único que está quieto es el pizarrón¡ En esta escuela todos nos movemos por una educación mejor

Fotos de la tapa y presentación de "Encuentros..."

Más información sobre el último trabajo de Enrique Samar.




Presentación del nuevo libro de Enrique Samar.




lunes, 6 de febrero de 2017

Wiphay

Este es el primer libro de Enrique Samar
Estos libros pueden adquirirse  en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, ciudad de Buenos Aires, Rep. Argentina.

Podrá solicitarse por vía electrónica: ojosdelago@yahoo.com.ar


Esperamos que les guste ❤☺